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Opinión

ALIMENTADOS EN EL ALMA
Por: Carlos Tony Sánchez

LAS OPINIONES EXPRESADAS POR LOS COLABORADORES SON PROPIAS Y NO LA OPINIÓN DE KANDIRE
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Un buen amigo– al observar las entrevistas acerca de la cuestión marítima en las Redes Sociales - se preguntaba si el abogado español, parte del equipo jurídico de Bolivia en La Haya, no es demasiado emotivo para lidiar con el frío capitalismo chileno.


Pues es una buena observación, al menos si se tiene en cuenta que, en general, las más de las veces - lo que vemos y oímos -, lo hacemos a partir de la información breve que nos llega a través de los Medios.


Habrá que, a esa válida observación, pronunciar un Sí. Es emotivo. Y al parecer, sincero…el abogado español. Los otros 5 abogados del equipo, no. Más bien, dos de ellos, el Dr. iraní y la Dra. - la dama de cabello blanco -, podrían producir escalofríos similares a los que uno experimenta, ante el frio y cruel “Negan” de la serie Walking Dead.


En cuanto a mí – el abogado español, Antonio Remiro Brótons - despertó las fibras más íntimas de mi ser plurinacional. Me gustó la simpatía visible a nuestra causa, y más que eso, a nosotros los bolivianos…sujetos no siempre bien vistos por la high life de este mundo. Me gustó también, su respuesta posterior, en tono consistente, firme, mas no airado, a la prensa chilena, que por supuesto y como no podía ser de otra manera, sigue el libreto de la machaconería: “Chile dijo No”…nomas faltaría. El abogado, en el momento preciso, lanzó el dardo pincha globo. Como dicen en el oriente boliviano, los “trató como a sus muchachos”; aunque es de esperar que continúen con la cantaleta, usual entre los que se saben perdidos en su causa. ¿Les queda otra opción?; estamos asistiendo a una nueva versión de “La crónica de una muerte anunciada” del buen Gabo que nos mira desde arriba.




Claro, pronto saltarán los analistas probos, sabios e iluminados de nuestra bendita tierra, los escarnecedores al micrófono, que defenestrarán – tal es su oficio - la actuación del jurista, indicando con sus palabras disfrazadas, que eso no impacta a ningún juez y que por el contrario se caerá la estantería boliviana, etc, etc, etc. ¡¡ and, so what ¡¡. Este equipo de abogados contratados por nuestro gobierno, leguleyos no son. Ya se vio y se sigue constatando.


Pienso, asimismo, que no debe olvidarse que los jueces de La Haya, no son marcianos, son terrícolas y, como nosotros – quizás menos, por los teje menejes de su cargo – están expuestos como todo ser humano, a la mágica influencia de los sentimientos sobre la razón. Y nosotros, los hijos de esta tierra le pusimos casi 200 kilómetros de sentimientos, no? Y quizás también ¡ vaya uno a saber ¡ existan buenas probabilidades de que esto responda a una estrategia jurídica: oratoria, marcadores discursivos, en lo que llaman argumentación jurídica en los recursos de impugnación. La razón unida a la pasión, logra milagros.


Y ya para finalizar, debo decir que el mortal que escribe estas líneas, que no es más que un ciudadano común y corriente deja sentado que a su juicio, el Dr. español de nuestro equipo en La Haya, me ha reconfortado, me ha afianzado la sensación de que nuestra voz ya no suena a pedigüeño o limosnero, como antaño durante la república de la miseria. Y si alguno piensa que es puro “patrioterismo”, pues para este alguno lo será. Para mí, estos días y los anteriores al viaje de nuestro Pdte. Evo…son días maravillosos. No recuerdo otro día – y ya bordeo los 60 – en los cuales el alma de este pueblo háyase llenado de esperanzas, háyase iluminado el rostro de niños y ancianos, de hombres, mujeres y del colectivo LGBT. Háyase respirado, en los adentros, un poco de brisa marina en la gente indomable y luchadora del altiplano y en la gente, como yo, que gusta de retozar – como buen caimán beniano - en las playas candentes y abrasadoras del oriente.


Sabido es, que la probable victoria en la demanda marítima, no vendrá en bandeja de plata ni conchas marinas. Este es un comienzo y como apuntaba el viejo proverbio chino, nuestro viaje de 1.000 millas ya ha comenzado, con este pequeño paso. Nos hemos alimentado el corazón, como para soportar largas y arduas jornadas y luchar - si así tuviese que ser - 1.000 años más. 
Jamás renunciaremos al pedazo de alma que nos falta. No les quepa la menor duda.