
Por: Jaime Iturri Salmón
LAS OPINIONES EXPRESADAS POR LOS COLABORADORES SON PROPIAS Y NO LA OPINIÓN DE KANDIRE
Desde que leí las primeras encuestas meses antes de las elecciones llegué a la conclusión de que el 20 de octubre le diríamos adiós a los partidos del siglo XX.
Pero pensándolo bien lo que podemos concluir es que lo que está en estado terminal es la política de la centuria pasada.
Pero como todo proceso de crisis política lo viejo se niega a morir y lo nuevo no termina de nacer. Ha resurgido, y con fuerza, el hecho de que tenemos dos Bolivias. Una rural y pobre y otra citadina y económicamente más aco
modada. Y todo esto manchado de un racismo y regionalismo que creíamos iba a desaparecer. Pero epítetos como indio, kara o colla han vuelto como insultos.
Son los viejos fantasmas que proyectan su tenebrosa sombra. Claro que hay pobres y gente de dinero en los dos lados. Lo que señalamos es tendencias.
Gran parte de la clase media citadina votó por Mesa y el campo y los barrios periurbanos a Evo. El voto rural fue más homogéneo y el de Santa Cruz dentro del cuarto anillo, también. Pero la parte más rescatable de los nuevos tiempos es la irrupción de la juventud. El fenómeno dista mucho de ser solo boliviano.
Basta ver las movilizaciones en Chile y Ecuador. Centenares de miles de jóvenes en las calles. Pero en el país todo esto ha adquirido una particularidad: hay jóvenes en los dos vértices. En la oposición y en los sectores afines al MAS. Por supuesto que tienen coincidencias: ambos reclaman al sistema democrático como el mejor. Pero claro los unos entienden que se les ha robado el voto y los otros que los resultados son legítimos.
Al final, la auditoría internacional dará luces. Eso es parte de las pugnas tan tradicionales en el país. Mucho más importante es el hecho de que esos jóvenes rompen con las banderas de desarrollismo de la era industrial.
Sus búsquedas apuntan hacia una sociedad más equilibrada socialmente pero que genere riqueza para todos basándose en nuevas tecnologías. Son jóvenes que además demandan que se les escuche y que puedan participar en las determinaciones. Hacia ahí deben apuntar las organizaciones políticas viejas y nuevas. Las elecciones subnacionales serán un espacio muy importante para plantear la agenda del siglo XXI.
Justicia social sí, pero también energía limpia, acceso a la educación de calidad y salud para todos. Hoy por hoy, esa agenda no pertenece a nadie. Mal haría Carlos Mesa al creer que la gente que paraliza algunos lugares de las urbes siguen su pensamiento. El voto del MAS es más orgánico, pero los últimos comicios han demostrado que el actual partido de gobierno debe buscar nuevos liderazgos para 2025, con urgencia.
Dicen que los viejos soldados no mueren, solo se desvanecen en el tiempo. Eso ha pasado con la generación que hizo la revolución del 52, es decir la de nuestros abuelos.
Y muy pronto pasará con la que reconquistamos las libertades democráticas y resistimos la larga noche del neoliberalismo. Y no es que todo tiempo pasado fue mejor. Para nada. Desde algún tiempo estamos traspasando nuestras banderas a nuestros hijos. Estoy seguro de que lo harán mejor que nosotros.
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