
Por: Ignacio Vera de Rada
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Tengo amistad con el alcalde Iván Arias, pero no por ello puedo dejar de decir que su gestión en el gobierno municipal, hasta ahora, es imperceptible. El PumaKatari va muriendo, el proyecto Barrios de Verdad parece estar paralizado, no hay incentivo a la cultura y las calles y avenidas, debido a las constantes lluvias, se van estropeando cada día más.
Al alcalde se lo ve tomándose fotos navideñas, acariciando a cachorritos, presidiendo reuniones de vecinos y dirigentes y hasta bailando caporal, pero la gestión, la verdadera y productiva que esperábamos los paceños que lo votamos en marzo de 2021, es hasta ahora casi igual a cero. Ya van varios meses desde que él, sus concejales y sus secretarios se posesionaron en sus respectivos cargos, pero en todo este tiempo la ciudad sigue igual a como la dejó Luis Revilla. Solamente se ha inaugurado, con la pompa propia de un estreno de un moderno subterráneo o un puente, una callecita con pavimento rígido, de unos 20 metros de largo, que está en el barrio de Sopocachi.
Por varios lustros, La Paz se ha caracterizado por ser el municipio con más actividad cultural de todo el país. Tertulias literarias, obras de teatro, exposiciones pictóricas y fotográficas, ciclos de cine y certámenes literarios eran actividades habituales que posicionaron a la ciudad como el centro cultural más importante de Bolivia. Por tanto, los cultores del arte y escritores hallaban en ese mecenazgo municipal un refugio que nunca hallaron —ni hallan— en el Ministerio de Culturas (cartera inoperante desde siempre) ni en ningún otro lado. Pero infelizmente ese movimiento cultural parece haberse apagado. Hasta ahora, la Secretaría Municipal de Culturas no ha tenido ninguna iniciativa importante para promover las letras, ni el cine ni el teatro.
Echemos una mirada hacia atrás: ¿presentó el partido Somos Pueblo algún plan serio de gobierno? Nunca lo trabajó. El partido de Arias ganó porque era la única opción para frenar el poder avasallante del MAS. Tristemente, en tiempos de populismo político, el votante se debe guiar así, eligiendo el mal menor. Es por ello que no se puede esperar gran cosa de una organización política conformada a las volandas, sin programa de gobierno ni, mucho menos, ideología. Sé que muchos de sus militantes son resabios del anterior partido oficialista; otros son nuevos, por supuesto, pero sin nada de experiencia ni conocimiento en el manejo de un gobierno municipal. ¿Qué cosa buena, entonces, se podría esperar de ello?
Ahora bien, sé que administrar y gobernar una ciudad tan conflictiva como La Paz, y teniendo en cuenta la corrupción en la que debió recibir la administración el nuevo alcalde, debe ser una dura y complicada tarea. Pero, entonces, ¿para qué meterse en algo que no se sabe arreglar? Pienso que si no quiere que su gobierno fracase, Arias debería rodearse cuanto antes de técnicos, de especialistas en comunicación política, economía, gestión cultural y obras públicas. Todos sus concejales hasta ahora son anónimos, como sucede con muchos asambleístas del actual Congreso, pues dado que no tienen mucho que decir, nunca se los ve ni siente.
Los paceños estamos acostumbrados a grandes obras y proyectos, y aunque mi intención no es poner sobre las estrellas a Juan del Granado ni a Revilla, no puedo no reconocer que los anteriores burgomaestres hicieron buenas cosas para La Paz y la habituaron a recibir de su gobierno municipal grandes obras, como los viaductos, los puentes Trillizos o el PumaKatari, para no hablar de las actividades culturales.
Mi preocupación como paceño es grande: tengo el temor de que en los siguientes cuatro años, que son los que le quedan al actual gobierno, la hoyada se postergue en cuanto a desarrollo respecto a las demás ciudades. Pues ahora, aparte de enfrentar la difícil orografía, La Paz debe soportar una Alcaldía inactiva.
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