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Dejó todo por el amor de un hombre y el la asesinó en Cochabamba

hace 6 año(s)

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Conocer a Rolando Lobo Salguero hizo girar el mundo de Mariela Luz Torrico Pardo, de 31 años. Abandonó la casa de su madre donde vivía junto a sus cinco hijos de su primer matrimonio, desapareció por un mes para ir a convivir con su nuevo amor y nunca hizo el intento de presentar a su familia a la reciente pareja.

Además no buscó en ese tiempo a sus niños de 2, 3, 6, 8 y 13 años, lo que a todas luces pareció extraño a Celia Pardo, la madre de Mariela.

“Mi hija era una chica buena. Vivía conmigo, con mi otro hijo, y con los niños a quienes quería mucho. Se desvivía y lloraba por ellos y les cuidaba siempre”.

Celia llora al recordar a la menor de cuatro hermanos. “Se perdió un mes de la casa y cuando supimos de ella nos dijeron que había muerto. Aún no lo puedo creer ni olvidar. Pienso que cualquier rato regresará a la casa. Estoy muy adolorida”.

Afirma que la noticia ha sido muy fuerte para toda la familia. Los niños pequeños no se dan cuenta plena de lo que pasó, pero la adolescente de 13 años sabe y se entristece mucho al recordarla. “Piensa lo que hacían juntas, cómo jugaban, cómo las trataba”.

Celia desconoce dónde conoció Mariela a Rolando Lobo Salguero. Pero está segura que “le ha hecho girar su cabeza”.

El abogado de la Fundación Voces Libres, Marcelo Sánchez, quien tiene a su cargo la acusación a Rolando Lobo, explicó que Mariela murió acuchillada el 28 de abril pasado, en una calle de Sarcobamba. El agresor al verse descubierto huyó, pero un testigo ayudó a la Policía a identificarlo y ahora está detenido en la cárcel de El Abra, a la espera de su juicio. Ambos habían asistido a una fiesta patronal, bebieron y al retirarse del lugar tuvieron una discusión, presumiblemente por celos. Él estaba armado y asestó un mortífero golpe con arma blanca en el riñón de la joven madre. Ella de desangró. Fue asistida por la Policía y conducida al Hospital Viedma, pero murió a los pocos minutos en Emergencias.

Mariela estaba separada de su esposo hace dos años y medio recuerda la madre de la víctima. Durante su matrimonio fueron felices. “De pronto, el marido cambió de carácter, tomaba mucho y empezaron a discutir. La situación se volvió insostenible y él partió a Santa Cruz. Ella se quedó conmigo y las wawas. Yo siempre ayudé a mi hija. Estuve pendiente de ella, de las wawas y sus necesidades”.

Después desapareció. “Sabíamos por boca de la gente que estaba conviviendo con otra persona. No soy de esas mujeres que anda en la calle, estoy metida en la casa y esperé que volviera, pero pasó esta desgracia”.

Agrega que de la pareja de su hija no sabía ni el nombre. Nunca lo conoció no lo vio ni de vista. Tampoco hubo intento de presentarlo en la casa. Era un total extraño.

Después del feminicidio la madre entiende las razones del silencio de su hija. “Él era una persona peligrosa, andaba armada y tenía bajo amenaza a mi hija, por eso no se acercaba ella a sus wawas. Después que murió mi hija supe que ese hombre era agresivo, desalmado. Por eso tenía en su poder un arma con el que mató en la calle a mi Mariela”.

La muerte de la joven madre afectó seriamente la estabilidad de su familia. Sus hijos fueron a vivir con su papá a Santa Cruz, pero pronto se sintió agobiado con la responsabilidad paterna. De los cinco hijos, tres regresaron al lado de la abuela (el de 2, 3 y 13 años) y dos (de 6 y 8) se quedaron con la familia del padre, en la ciudad oriental.

Celia trabajaba como empleada en el hospital Viedma. Dejó el puesto para atender a los nietos porque siendo aún niños necesitaban ayuda y cuidados. “Había que bañarles, cambiarles, comprar pañales y preparar la comida”.



Ahora sobrevive con la renta de su jubilación.

En este tiempo, Celia no conoció al presunto asesino de su hija quien fue atrapado al día siguiente de haber quitado la vida a la mujer. “Sé que cuando le detuvieron prestó declaraciones, pero fue al mismo tiempo del entierro de mi hija. “Era martes y no pude asistir, por tanto no lo conocí, no lo conozco. Nunca pude preguntar qué pasó, por qué mató a mi hija, por qué destrozó una familia y dejó huérfanos a cinco niños ”.

Rolando Lobo, de 37 años, es un ajeno total que destrozó a una familia.

De acuerdo al reporte policial de ese 28 de abril, Mariela Luz Torrico Pardo, de 31 años, fue apuñalada presuntamente por su nueva pareja, Rolando Lobo, en plena calle, durante una festividad de Condebamba.

La investigación preliminar determinó que la pareja consumió bebidas alcohólicas antes del suceso, luego pelearon por motivos de celos, mientras caminaban y la mujer fue atacada con un cuchillo.

“Este hecho prácticamente se debió a una situación de descontrol (…), alguien le habría comentado a este señor (Rolando) que su pareja, los días de Semana Santa, habría estado en compañía de otra persona”, detalló el comandante de la Policía de Cochabamba, Raúl Grandy en ese entonces.

El jefe policial manifestó que el autor del feminicidio huyó del lugar, pero su aprehensión se logró el lunes 29 de abril, cerca de las 19:00, en una calle de la zona de Linde.

“Se allanó también su domicilio, donde se encontró la vestimenta que, en el momento de protagonizar este hecho de sangre tenía: una polera blanca, un short rosado y una gorra blanca (…), contenía manchas hemáticas presumiblemente de la sangre de la víctima”.

El caso está consignado con el código FIS-Cbba1901483. Los hechos sucedieron en la calle Ballivián y María Núñez del Prado de la zona de Condebamba.

De inició se presumió la comisión de feminicidio previsto y sancionado por el artículo 252 del Código Penal.

El caso fue asignado a Ana María Balderrama Torrico, fiscal en Delitos de Género y Violencia Sexual del Instituto de Investigaciones Forenses, de Coña Coña.

Rolando Lobo Salguero también nació en Cochabamba y tenía el apodo de Chino Lobo.

 


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