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Padres, maestros y estudiantes preparan más de 1200 platos de comida para los voluntarios en Concepción

hace 5 año(s)

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Desde hace una semana, los profesores, padres de familia y estudiantes de la unidad educativa ‘Guadalupe’ Fe y Alegría, en el municipio de Concepción (Santa Cruz), hicieron un alto en las actividades pedagógicas e instalaron un albergue transitorio en la misma infraestructura para atender a los bomberos y voluntarios que llegan a diario a esta región a fin de colaborar en las labores de mitigación de los focos de calor.

“Nuestro objetivo es darles un poco de aliento a esa gente, entre bolivianos y extranjeros, que van a sofocar el fuego y a tratar de apagar las llamas. Durante todo el día los recibimos como se merecen, como los héroes que quieren salvar la naturaleza, entonces necesitan recobrar fuerzas para ir a diario a combatir el fuego y aquí lo hacen un poco”, relató  el profesor de Matemática, Carlos Alberto Gutiérrez.

Desde el sábado 31 de agosto, maestros, alumnos y padres de familia se organizaron en cuatro grupos para atender a diario a los 400 bomberos y voluntarios que instalaron su centro de operaciones en Concepción.

El primer grupo, entre alumnos y padres de familia, trabaja desde las 06.00 hasta las 11.00 y brinda el desayuno; el segundo ingresa a las 11.00 hasta las 16.00 para dar el almuerzo; y el tercero desde las 16.00 a 21.00 está a cargo de la merienda y la cena.

“Ya en la noche nos quedamos los mayores hasta el día siguiente porque empiezan a retornar en gran cantidad las cuadrillas, incluso en la madrugada. Todos los días son alrededor de 1.200 platos de alimentos que se preparan y aunque es agotador lo hacemos de todo corazón”, dijo Gutiérrez.



“Ni bien llegan, todos les damos la bienvenida con un aplauso y les agradecemos el esfuerzo que están haciendo. Son ellos los que se merecen toda nuestra consideración como habitantes de esta tierra que sufre por el fuego”, añadió.

 

En el albergue no falta el agua, los refrescos y energizantes para aliviar el cansancio de la gente que vino a ayudar. De igual manera, la familia “guadalupana” no repara en esfuerzos para invitarles una sopa de maní, chuleta con yuca, locro, majadito de charque, ají de fideo o incluso una feijoada, para hacerlos sentir como en casa.

Raquel Vaca, una alumna de secundaria, contó que al principio les costó que funcione el albergue porque no sabían cuántos serían los brigadistas que llegarían, por lo que en pocas horas se acabó la comida y las bebidas.

Al poco tiempo, incluso maestros de otras unidades educativas se sumaron a esta cruzada, es así que también se dieron modos para preparar algunos alimentos.

“Vinieron a pedirnos manteca y harina y al día siguiente llegaron con gran cantidad de panes, otros hicieron hielo para tener frescas las bebidas que les invitamos. Acá hay un gran desprendimiento y en esta catástrofe se está viendo el verdadero espíritu de solidaridad de Concepción”, afirmó.


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