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Messi resucita justo a tiempo en el Pizjuán

Un minuto mágico permite al Barza mantener la imbatibilidad en la Liga al lograr un empate milagroso contra el Sevilla

hace 7 año(s)

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El Salvador resucitó justo a tiempo. De hecho, un día antes de lo previsto. Los casi 40.000 fieles a Hermandad de la Trinidad que acudieron a la procesión en el Sánchez Pizjuán quedaron totalmente aturdidos al ver que el Messías, el rey de los futbolistas, aparecía en pleno Sábado Santo, cuando todo parecía perdido, para dar un empate milagroso al Barcelona ante el Sevilla en un partido de ida y vuelta.

Leo Messi salvó por enésima vez a su equipo, cuando en el minuto 87 el marcador reflejaba un 2-0 en el electrónico y todo el mundo daba por hecho que el conjunto blaugrana sumaría la primera derrota en esta Liga. Pero si alguien nunca pierde la fe ese es el argentino, que con un golpeo preciso desde fuera del área hizo bueno el gol de Luis Suárez un minuto antes y que, de algún modo, maquilló el horrible partido defensivo de los de Valverde, muy vulnerables ante un Sevilla que no supo sacar tajada de sus innumerables ocasiones de gol.

Tras perderse los dos partidos con su selección, en el tercero regresó con su club y reapareció para cambiar y de qué manera el signo de un partido descontrolado que se había puesto muy cuesta arriba. Su presencia nada más pisar el césped en el minuto 57 ya dio síntomas de reanimación a un equipo desarbolado defensivamente y que se vio muy exigido por un rival agobiante. Un partido trepidante que hizo olvidar por un momento el compromiso que ambos tienen la próxima semana en la Champions.

Las dudas acerca del estado físico de Messi obligaron a Ernesto Valverde a prescindir de su buque insignia de inicio. A pesar de su ausencia y la de Busquets, el técnico blaugrana sacó sobre el verde del Pizjuán lo mejor de lo mejor. Regresó el Barza al 4-3-3, con Dembelé y Coutinho en las bandas acompañando a Suárez en ataque. En una noche difícil, Rakitic tuvo que hacer de Busquets sin el acierto de anteriores compromisos. El jet lag le pasó factura al croata, sin ser la brújula que debía en un encuentro en que era difícil desorientarse.

Si la posición de mediocentro es esencial en la salida del balón, también lo es a la hora de corregir los desajustes defensivos ante las transiciones rápidas del rival. No pudo Rakitic abarcarlo todo ante los de Montella, que tampoco reservó a ninguno de los indispensables pensando en el Bayern.



El ritmo endiablado que propusieron los hispalenses no benefició en nada al conjunto blaugrana. La presión alta del Sevilla le empujó a tomar decisiones erróneas y demasiado precipitadas. Sin la pausa de Messi sobre el campo, con Iniesta y Coutinho no bastaba. El Barza aceptó el envite sevillista para jugar a la ruleta rusa a pesar del riesgo que conllevaba. Quiso sacar tajada inicialmente el más audaz, Luis Suárez; primero con un disparo seco que paró Sergio Rico y luego con un remate cruzado que no encontró puerta por poco.

Pero no sólo el Barza llegaba con facilidad. Las alternativas iban sucediéndose en ambas áreas y el Sevilla cada vez transmitía mayor sensación de peligro cuando contragolpeaba. Concedía demasiado terreno el conjunto blaugrana, y los despistes atrás empezaban a acumularse. Correa y Muriel no pudieron aprovechar los primeros, pero sí lo hizo el ‘Mudo’ Vázquez.

Otro mal repliegue permitió a los andaluces plantarse dentro la cueva de Ter Stegen sin apenas oposición. Un lío entre coberturas y marcas terminó con el enganche argentino solo para rematar a placer a tres metros de la portería. El Sevilla había conseguido lo que quería y había llegado el momento de meterse atrás para reducir espacios. Aun así, Piqué pudo empatar antes del entretiempo, pero le faltó atacar el balón con más determinación tras el centro de Dembelé.

Nada cambió tras la reanudación y el Barza volvió a pecar de apático, un lujo que no podrá tomarse ante la Roma a pesar de su superioridad. Los hispalenses ampliaron el castigo gracias a un tanto de Muriel que rebotó en Umtiti y se coló cerca del poste de la portería de Ter Stegen.

Fue entonces cuando Valverde tiró de Messi para cambiar el escenario. Sus dos primeras intervenciones ya fueron sinónimo de peligro aunque no se transformaron en gol. Esa efervescencia inicial desapareció. El Barza se exponía mucho más y el Sevilla se hinchaba a contraataques y ocasiones que incomprensiblemente no terminaron en gol. Era un partido en el que el Barza podía haber salido goleado, pero ni Navas, ni Vázquez ni sobre todo Muriel fueron capaces de sepultar a los catalanes.

Tantas oportunidades desbaratadas comportan muchas veces consecuencias para nada positivas ante un equipo con el nivel de acierto del Barza. Rakitic dio el último aviso tras peinar un balón con la cabeza al poste, y poco después, Suárez sacaría petróleo de un rechace para reducir distancias. Sin apenas tiempo para asimilar lo sucedido, el Barza recuperó un balón y el balón abierto desde la banda por Alba lo enganchó a la perfección el de siempre. Rosca inapelable desde la frontal del área y golazo que se celebró desde el banquillo por todo lo alto. Y es que tener a Messi siempre es motivo de celebración, incluso para los más devotos aunque sea Semana Santa.///


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