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La Iglesia Católica se ha visto comprometida nuevamente en un escándalo de abuso sexual. Esto luego de que se revelara la última semana, en Pensilvania, cómo operaba la red de encubrimiento entre los 300 sacerdotes que violaron y maltrataron a más de mil menores de edad en los últimos 70 años en los Estados Unidos.

El procedimiento, que consta de alrededor de siete pasos fundamentales para que las denuncias queden impunes, fue revelado por un trabajo coordinado entre el FBI y las diócesis local de dicho país.

Según el informe, las formas de este encubrimiento sistemático eran siete. El de usar eufemismos en lugar de precisar ‘violación’. Frases como ‘contacto inapropiado’ y ‘problemas de límites’ aminoran el peso de la acusación. También, evitar ser investigados por personal capacitado. Ocultar la causa y, luego del traslado de un sacerdote, no revelar la verdadera causa y mencionar que se trató de “baja por enfermedad”, “agotamiento”, etc.

Asimismo, la continuidad en la manutención y gastos de vivienda pese a los delitos. No hablar con la Policía y manejarlo como un asunto personal o ‘de casa’ asegura que el caso no se difunda.

Luego de conocida la noticia, el Vaticano emitió un comunicado de firme rechazo a las acciones de los sacerdotes implicados. El papa Francisco, además, expresó su sentir en una carta abierta a la Corte Suprema de Pensilvania donde decía: “Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas”. 

Cabe destacar que las denuncias por abusos sexuales estaban ya registrados desde hace varias décadas, no obstante, no se logró gestionar un proceso adecuado al respecto en el Vaticano. "Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse", destacó el Sumo Pontífice.