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Cochabamba: Un centro alivia la vida de los niños que viven en la cárcel con sus padres

hace 7 año(s)

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Cuando María atravesó las puertas de la cárcel de San Sebastián Mujeres para cumplir una condena, desconocía que llevaba otra vida en su vientre.

Al poco tiempo y con sorpresa supo que tenía un embarazo de 15 días.

“Había pasado ocho embarazos fallidos antes y cuando ingrese a la cárcel, extrañamente, el nacimiento resultó exitoso”, relató la madre que lleva más de cuatro años cumpliendo una sentencia junto a su hija.

Desde el nacimiento de su niña decidió que se quedaría con ella con plena seguridad en que nadie más podría cuidar mejor de ella. Los primeros meses no fueron complicados, sin embargo, conforme pasó el tiempo la situación se tornó difícil.  

“Cuando fue creciendo necesitaba independencia y un espacio propio que no podía darle, además de una fiesta de cumpleaños, un paseo, una Navidad”, relató.

Esta es la realidad que abate a muchas madres que viven en la cárcel junto a sus hijos.

Según el Código Niña, Niño, Adolescente, Ley 548, artículo  106, los niños menores de 6 años pueden permanecer con sus madres, mientras los mayores con familiares o centros de acogida.  

Las condiciones para los niños en las cárceles no son óptimas. Informes de la Defensoría del Pueblo de febrero de 2017 revelan la  ausencia de programas de alimentación para los menores, centros educativos y espacios destinados especialmente para ellos. Se estima que más de 50 niños viven en las cárceles de San Sebastián Mujeres, San Pedro y San Antonio.

Para hacer más llevadera la realidad de la vivencia de los niños y aportar en su formación, estos  asisten a centros de apoyo integral y psicológico.

Centro de apoyo

El Centro de Apoyo Intracarcelario y Comunitario (Caicc) recibe a diario 150 niños desde un año y medio hasta los 16 años, que viven en la cárcel y  otros que tienen padres con condena.

“El objetivo del centro es orientarlos en su formación escolar y darles un apoyo psicológico, hay niños que llegan tímidos, con problemas de conducta y bajo peso”, mencionó la gerente ejecutivo de Caicc, Rita Flores Vidal.

Los niños reciben desayuno y almuerzo, además de la ayuda de pedagogos para hacer sus tareas. Los menores de 5 años son motivados con estimulación temprana.



“Intentamos que reciban una guía, pero también consolidar el lazo con sus padres por más que estén en la cárcel”, dijo la gerente. Los padres pagan 2 bolivianos a diario al centro, la asistencia es voluntaria.  El bus los recoge y los deja en el centro y los devuelve al mismo lugar.

Ante la gran cantidad de  niños que asisten al centro, los recursos no son suficientes. “Recibimos ayuda de Sedeges, de alcaldías, pero sólo tenemos 80 becas y los costos del mantenimiento del bus no están contemplados”, dijo la administradora de Caicc, Meri Quispe. Por esta razón, hacen campañas constantes.  

“Seguimos trabajando porque sabemos que hay resultados, los niños cambian de actitud  y consiguen logros”, dijo Flores. Muchos jóvenes regresan al centro agradeciendo el servicio, en muchos casos con una profesión.

Los padres agradecen el servicio, que alivia varias de las dificultades que presentan los niños. Los lazos llegan a mejorar entre padres e hijos.

50 niños viven en cárceles. Los demás (mayores de 6), con padres en recintos penitenciarios, viven con familiares o centros de acogidas.

“SON CONSCIENTES DE LO QUE PASA”

La delegada de Caritas, María de los Ángeles Gonzáles, dijo: “Aunque son pequeños, saben dónde están sin la amplitud del problema”.  

Recalcó que es importante que sean conscientes, pero que no carguen con la responsabilidad de sus padres. Informó que se hacen gestiones para que cuando los padres salgan, los niños de centros puedan reintegrarse a su familia y tengan el certificado de nacimiento.

UN SITIO DIFERENTE

Una estadía que implica responsabilidad. “Mi responsabilidad es asumir lo que he hecho y hacérselo entender a mi hija, más aún cuando tenga pleno raciocinio”, dijo una madre quien cada día intenta hacer duradero el lazo con su hija.

La cárcel, un hogar para ellos. “Este es un pueblo mamá, hay gente de todo lado, buena y mala”, dijo una niña que vive en la cárcel. Su madre trata de hacer llevadera su vida con clases de danza, juegos con otros niños y enseñanzas.

Motivos de permanencia en cárcel. “Decidí quedarme con mi hija, porque tenía miedo que algo le pase, aquí estoy con ella todo el día”, dijo una madre. Reiteradas veces se denunció el rapto de niños por familiares o conocidos que no los devolvieron a sus madres, después de sacarlos de la cárcel.

 

mg


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