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Un depravado chofer de 63 años obligaba a su hijastra desde sus ocho años a ver videos pornográficos y le hacía repetir esas escenas obscenas cuando era sometía a vejámenes sexuales. La víctima, que actualmente tiene 13 años, tuvo que soportar las constantes violaciones durante cinco años, hasta que su madre descubrió hace cinco días los abusos y denunció al agresor, quien fue enviado a la cárcel de El Abra con detención preventiva.

“Se trata de un hecho por demás desgarrador que afecta a la moral de todo ser humano, una niña que desde sus ocho años ha llevado violencia sumada de violencia, incluso orientó su conducta a la praxis del cutting (cortes en las manos) porque no podía superar el daño psicológico”, refirió el director departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv), Iván Luque.

La madre de la menor recién logró percatarse de la violación el pasado lunes y sentó la denuncia ante la Defensoría de la Niñez y la Adolescencia (DNA) de Cochabamba. 

En el abordaje psicológico, la menor cuenta que su padrastro la encerraba en el dormitorio donde le hacía ver videos pornográficos y luego obligaba a repetir las escenas sexuales.

Impotente por no poder denunciar a su agresor, porque la tenía amenazada, la menor recurrió a la práctica del cutting, se hacía cortes en los brazos con el objetivo de quitarse la vida para ponerle fin a su sufrimiento.

El agresor, que trabajaba como chofer de ambulancia del Hospital Cochabamba, fue imputado por el Ministerio Público y un juez cautelar ordenó su reclusión preventiva en el penal de máxima seguridad de El Abra, ubicado en el municipio de Sacaba.

SECUELAS 

Desde la DNA anunciaron que se debe realizar un abordaje psicológico integral a la menor, ya que en estos casos las secuelas suelen ser terribles. La progenitora también recibirá terapia psicológica porque sentirá una culpa total por no haber salvado a su hija del ese calvario. 

CUTTING 

El cutting consiste en cortarse la piel con una navaja u objeto afilado para dejar marcas en los brazos y muñecas.

Según especialistas, el objetivo de estas prácticas es provocar sufrimiento físico para sentir un “alivio” del dolor psicológico o, simplemente, placer momentáneo. Las personas que son más propensas a realizarlas son aquellas que padecen depresión, ansiedad, estrés, soledad y aislamiento.

mg