Del control a la muerte, la senda de un feminicida
“Es que no me hizo caso, por eso la pegué”, “No quería tener relaciones sexuales, por eso la apuñalé”, “Rompió conmigo, por eso la maté”. Todo radica en la sensación de control sobre la mujer, vista como un sujeto inferior y de su propiedad. La cadena de misoginia de un feminicida tiene cinco etapas que van en una escalada de violencia.
El experto en tema de masculinidades y director de la organización CISTAC, Jimmy Tellería, explica que la primera etapa es la relación de poder. “La mujer se vuelve propiedad de un hombre. Ese poder se traduce en la frase: ‘Si no eres mía, no vas a ser de nadie’”.
Olga, una mujer de 40 años de edad, vivió 10 años de violencia. Su marido no le permitió trabajar nunca, él llevaba el dinero a la casa; por lo tanto, era el “protector” y “jefe” del hogar.
Una de las escenas de la teleserie Hombres.
Fotos: CISTAC
La segunda fase es la emancipación. Generalmente ocurre cuando el hombre se siente amenazado ante alguna reacción de la mujer. “Ahora las mujeres salen a las calles, tienen recursos, están en cargos altos. Ahora las mujeres están aprendiendo a decir ‘no’. Es lo que se llama la emancipación”, dice Tellería.
Este avance para cortar con el sistema machista ha puesto en jaque a los violentos. “Hay un sentimiento de amenaza y también de pérdida del control, ese sentimiento de un hombre de estar a la altura de un macho es cuestionado”, señala la representante de ONU Mujeres en Bolivia, Cecilia Enríquez.
Después tres años de casada, Olga decidió trabajar y estudiar diseño gráfico, su esposo le dijo que si salía de la casa lo iba a perder a él. Ella tomó la decisión de seguir adelante, hizo nuevas amistades, salió varias veces con amigas y se negó a cocinar.
La tercera etapa es la violencia (psicológica, física o de otra índole) ante la incapacidad de manejar esta situación. “Cada vez viven más frustraciones, ese modelo del macho los hombres ya no lo pueden llevar adelante, no pueden cumplir con el modelo machista y eso les genera rabia y frustración”, asegura Tellería.
Por eso incurren en insultos y golpes para alivianar toda esa impotencia. Olga recibió la primera bofetada de su marido a los cuatro años de matrimonio, pero no dijo nada a nadie, tuvo miedo. Con el tiempo ya no fueron sopapos, fueron patadas, zarandeos e intentos de estrangulación.
En la teleserie un padre cuestiona a su hija por la comida.
El detonante y la última advertencia forman parte de la cuarta etapa de esta cadena de violencia. “El hombre violento ya perdió el control de la relación, del poder ejercido, se siente amenazado completamente. Solo basta una acción para dar la última advertencia”, explica el director del CISTAC.
Olga aguantó 10 años, pero ya no pudo más. Un día decidió irse de su casa con su hijo de cuatro años; su intención era viajar a Santa Cruz para emprender un negocio, mientras viviría con sus padres. El marido no supo qué hacer para retenerla, sólo atinó a decirle lo común: “Si te vas, yo te mato”
“El feminicidio es el desenlace de toda esta serie de acciones. Esta salida de las mujeres hace también que suba la violencia, resulta raro para los hombres que de haber tenido sometidas a las mujeres ahora salgan de ahí y hay un encrudecimiento de casos de feminicidios”, comenta la representante de ONU Mujeres.
El esposo de Olga la citó en un café para hablar supuestamente del divorcio. La acompañó a la casa de sus padres, pero en el camino la apuñaló unas ochos veces. La mujer murió desangrada.
La cadena de violencia de un feminicida tiene como bandera la misoginia, ese desprecio hacia la mujer por ser mujer, porque cree que es un sujeto inferior y no quiere ser como ella.
Si bien para Tellería, todos los hombres han crecido bajo este modelo machista, el ser un feminicida no encaja en todos. “La clave está en la decisión personal, como individuo de no ser violento, de tener la capacidad de respeto y empatía. O es reproducción de ese modelo o niegas ese modelo machista, el hombre decide”, finaliza Tellería.
Asesinada a tiros por su expareja
Elizabeth Crespo tenía 50 años de edad, era empresaria y también trabajaba en campañas y proyectos contra el machismo. En julio de 2016 fue integrante de la fraternidad Tinkus Wistus y bailó con su pareja José Altuzarra en la entrada universitaria. La noche del domingo 31, Carlos Eduardo Jara, la expareja de Crespo, irrumpió en la casa de ella con un arma larga, ingresó a la habitación y disparó contra los dos. Ambos perdieron la vida. El hombre fue detenido y confesó ser el autor del feminicidio y asesinato; un juez lo envió a la cárcel. Se conoce que Crespo sufrió violencia de su parte durante mucho tiempo, incluso después de haber terminado la relación recibía amenazas y era víctima de persecución. La Policía sostiene que el acusado ingresó a la casa de la mujer con llaves que tenía guardadas, ya que no hubo forcejeo de chapas y fue directamente a la habitación a dispararles.
Elizabeth Crespo de 50 años
La mató a ella y a su familia
En agosto de 2017 el militar Junior Choque Chura, de 25 años, acabó con la vida de su exenamorada Jakeline Hermosa, de 21 años, quien había roto la relación semanas antes. El hecho ocurrió en Cochabamba. Una noche el joven uniformado esperó a la víctima cerca de su casa, ella llegaba con su hermano, se acercó y los mató a tiros a los dos. El padre de las víctimas salió de su casa y también recibió un disparo mortal. Los tres perdieron la vida en plena vía pública, la hija menor resultó herida de bala después de intentar impedir que el acusado dispare más. El militar se quitó al vida en el mismo lugar. La Policía informó que la joven terminó con él porque era celoso y violento, y comenzaba una nueva relación. Esta situación encolerizó al militar y motivó a ir a buscarla varias veces para pedirle explicaciones, pero ella le pedía que la deje en paz. El acusado tomó su arma y mató a la joven.
Jakeline Hermosa de 21 años
La golpeó hasta matarla
María Isabel Pillco tenía su concubino, David Viscarra, quien desde hacía mucho tiempo la golpeaba. Ella decidió denunciar el hecho dos veces, pero las autoridades no hicieron nada. La última vez Viscarra le propinó una brutal golpiza, con patadas y puñetazos, tanto que le laceró el hígado y otros órganos. María Isabel llegó a la Policía, lo denunció y se fue al hospital, después de unos días de sufrimiento perdió la vida. El crimen ocurrió en 2014; la Fiscalía imputó a Viscarra por feminicidio, fue a dar a la cárcel, pero durante el juicio, el año pasado, un tribunal lo absolvió de culpa y lo dejó libre. La Fiscalía insistió en que el acusado sea condenado por feminicidio pasivo, al no haber muerto su víctima el momento de la golpiza; sin embargo, los jueces no valoraron las pruebas presentadas. La familia de la víctima continúa con el proceso para que se reabra el caso y se vuelva a encarcelar a Viscarra.
mg
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