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El madurismo ha nombrado nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral; es decir, el ente que cuenta los votos en Venezuela. Como rector principal ha sido designado Elvis Amoroso, ex contralor general de la República, ficha de Nicolás Maduro y, precisamente, máximo responsable de las inhabilitaciones políticas de los principales líderes de la oposición.

¿Cuál es la estrategia del régimen venezolano? Promover la abstención electoral. Es decir, que los venezolanos concluyan: «¿Para qué votamos? Maduro se robará las elecciones». La reacción de los principales candidatos de la oposición ha sido, al unísono, llamar a la calma y precisamente animar a los venezolanos a participar una vez se convoquen. ¿La estrategia? La misma que emplearía un boxeador que -sabiendo de antemano que los jueces de la pelea están comprados- no tendrá más opción que ganar por K.O. De esta manera, todas las triquiñuelas empleadas por el madurismo terminarían por ser insuficientes.

Sin embargo, resulta imprescindible construir otras condiciones. No basta que la oposición se centre en lo electoral; por ejemplo, deberá tejer relaciones con chavistas -militares y civiles- descontentos. En ese marco, ofrecerles garantías de que no habría revanchismo en caso de que haya un cambio de gobierno. Así, de ocurrir un escenario de K.O., por lo menos, ese sector ya persuadido, se abstendría de operar a favor de Maduro.

A medida que el día de las elecciones se acerque se intensificará la persecución, el chantaje, las agresiones. Vienen días duros para María Corina Machado, para Henrique Capriles y para el resto de los candidatos que adversan al madurismo. La conquista por la libertad robada, normalmente, supone lucha, supone sacrificio. Y esa tormenta, con este nuevo árbitro electoral, acaba de marcar un punto de quiebre.