El boliviano Victor Eduardo espera la horca en el denominado "pasillo de la muerte" en Malasia
Víctor Parada es boliviano, tiene 30 años y se encuentra desde hace dos meses en el "pasillo" de la muerte, en la prisión de Kajang. Está condenado a morir en la horca, sentenciado en Malasia por narcotráfico.
El ciudadano boliviano fue detenido en 2013 en la capital de Malasia, Kuala Lumpur, cuando trataba de introducir desde Bolivia 450 gramos de cocaína en bolsas en su estómago.
Tras ser detenido y sometido a un juicio, fue condenado el pasado 5 de enero a la pena de muerte por ahorcamiento. Desde ese día espera, aislado en una celda, en el denominado pasillo de la muerte.
La madre de Víctor, Silvia Vargas, confirma que su abogado ya presentó la apelación ante la justicia de Malasia, lo que les otorga tiempo y una oportunidad para pedir clemencia por el condenado.
El Gobierno boliviano, tras tomar conocimiento del caso, decidió enviar una representación a Malasia para ver en qué condición se encuentra Víctor Parada y para analizar todas las salidas posibles, tanto en el ámbito judicial como en el diplomático.
El director general de Derecho Internacional de Bolivia, Franz Zubieta, hizo conocer en los últimos días un informe esperanzador para la familia de Víctor, "una reciente ley (debe ser ratificada por el Congreso del país asiático) que prevé la conmutación de la pena de muerte en casos de narcotráfico".
En Malasia está en vigor, desde 1952, la Ley de Drogas Peligrosas, que establece la pena de muerte para los casos de tráfico de droga, "y no se conoce, por el momento, de ningún caso en el que se hubiera revocado la extrema sanción”, según la Agencia Boliviana de Información.
Zubieta señaló que la apelación que presentó el abogado del sentenciado, según el sistema penal de Malasia, puede tomar entre uno y dos años. Esto equivale a decir que Víctor Parada seguirá en la lista de espera.
El abogado de Víctor Parada, Datuk Kamarul, señaló que “para salvar la vida del acusado se tomarán dos vías legales”.
Kamarul dijo, que tienen dos instancias de apelación. La primera, el Tribunal de Apelación, cuya audiencia está prevista para septiembre. En caso de que se ratifique la condena se podrá acudir a la Corte Federal.
La madre de Víctor confirmó que su hijo se encuentra en el penal de Kajang, al sureste de Kuala Lumpur, junto a otros prisioneros que fueron condenados a muerte.
Este penal, según una crónica publicada por el periodista Víctor Hugo Michel, en Esquire Latinoamérica, es uno de las peores de Malasia, adonde se transfiere a los condenados a muerte "para que la pasen lo más difícil posible".
Este lugar es, según el reportaje publicado a fines de 2012, la última parada, una escala final antes de la horca. Los guardias vigilan celosamente a los prisioneros para evitar que se suiciden, "porque la muerte es prerrogativa del Estado".
En Kajang, los prisioneros comen, hacen ejercicios y duermen solos, y solamente tienen una hora para salir al patio, bajo la luz natural. El resto del tiempo están encerrados.
Lo primero que hizo Víctor cuando vio a su madre, después de casi cinco años de estar lejos de ella, fue ponerse de rodillas y pedirle perdón por el error que había cometido y el sufrimiento que le estaba causando.
La madre se reencontró con su hijo, esposado, en una sala pequeña contigua a un tribunal que juzgaba a Víctor.
Ese día, 14 de diciembre de 2017, Víctor le dijo a su madre que estaba "arrepentido de corazón".
En ese espacio, según relata Silvia Vargas, había solamente una banca y un par de policías que no le quitaban la vigilancia en ningún momento.
"Después de cinco años no le podía recriminar, y como había policías tampoco me animé a hablar sobre el tema (el juicio por el delito) porque no hubo la oportunidad", afirmó.
Lo que sí recuerda bien fue una frase que le dijo su hijo y le devolvió la esperanza: "Mamá, no se preocupe, vamos a salir de esta, porque Dios me va a dar una oportunidad".
La esperanza que Dios interceda para salvar la vida de su hijo, el tercero de cuatro hermanos, es la última tabla de salvación a la que se aferra aún la familia de Silvia Vargas.
Víctor vivió en España entre 2002 y 2009, pero fue expulsado porque no tenía su documentación al día. En Bolivia sufrió un accidente, se prestó dinero y el acreedor le presionó para llevar droga a Malasia, donde fue sentenciado.///
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