Francia se mete en la final del Mundial tras imponerse por la mínima a Bélgica
Un gol de Umtiti mete a los de Deschamps en su tercera final de un Mundial.
La gloria no será para Bélgica, pero no por ello dejará de ser recordada una de la selecciones más brillantes de este Mundial. Porque el ambicioso proyecto que comenzaron en 1998, hace ahora 20 años, con una profunda reestructuración de su fútbol base y que terminaba en este Mundial, dejó una magnífica impresión. Su exhibición ante Brasil merece un lugar en la historia. Pero no solo de brillantez vive el fútbol moderno. Por eso Francia, un enorme equipo de fútbol, hizo valer la suficiencia con la que ha ido superando fases casi sin apuro para clasificarse para la tercera final de su historia.
El imaginario colectivo recordará al ilusionante equipo de Roberto Martínez. Su propuesta fue siempre ambiciosa. No temieron el lado duro del cuadro cuando derrotaron a Inglaterra. Pocas veces especularon y demostraron una enorme pasión para sobrevivir a Japón cuando caían por dos goles. Ante cualquiera asumieron riesgos. También en la semifinal. Pero no sería eso lo que les dejase sin la primera final de su historia, sino un bloque sin apenas fisuras físicas, técnicas o psicológicas, que contiene todos los elementos necesarios para ser casi imbatible. Un grupo con una personalidad extraordinaria que ha llegado a la final de un campeonato del mundo sin demasiados momentos de crisis. Esa es Francia. La máxima favorita sea quien sea su rival el próximo domingo.
El encuentro entre dos de las grandes de este torneo, para muchos la final anticipada, estuvo presidido por un enorme respeto y una gran dosis de tacticismo. Solo Mbappé rompió con esa máxima con una arrancada sorprendente al inicio del partido. Pero ese aviso no fue más que un espejismo. Porque el dueño del balón sería Bélgica. De nuevo un equipo valiente que buscó el triunfo desde la pausa, el control y la persistencia.
Este Mundial resolverá que Roberto Martínez, por si había dudas, es uno de los grandes estrategas de este deporte en los banquillos. Ante Brasil dio una lección con ciertas variaciones tácticas que influyeron decisivamente en el resultado final. Contra Francia volvió a ser valiente para correr riesgos y plantar cara con argumentos futbolísticos a la enorme presencia física de Francia en el centro del campo.
Y el entramado de medios del conjunto belga logró minimizar las rápidas transiciones de los de Deschamps durante buena parte del encuentro. Tres centrales protegían a un Courtois en estado de gracia y Hazard se erigía en el faro de las operaciones desde la izquierda. Pronto el dominio belga comenzó a atosigar a los franceses, exigidos como pocas veces en esta Copa del Mundo.
La acumulación de hasta cuatro hombres en el centro les permitió tener mayor eficiencia en la presión tras pérdida. Y por ahí llegaron los mejores cartuchos de Bélgica. Se despistó Pavard, lateral derecho revelación del torneo, en un par de ocasiones y Hazard estuvo cerca de hacérselo pagar muy caro. La ofensiva fue cada vez más aguda y pronto Varane y Umtiti tendrían que sujetar a su equipo con despejes milagrosos.
Aunque para milagros los de Lloris. Si ante Uruguay salvó a su equipo con una estirada fantástica, contra Bélgica terminó de purgar sus pecados por su error hace dos años en la final de la Eurocopa ante Portugal. Un disparo de Alderweireld que parecía en la red, lo despejó el guardameta contra estirada sorprendente y eficaz.
Acudieron al rescate Griezmann y Pogba para asociarse en el medio y proponer transiciones rápidas con mayor pericia. El trabajo de Kanté también empezó a lucir y llegaron los problemas para Bélgica, que ante la presión francesa mostró grandes carencias para mantener el balón.
Descubrió Francia que donde era más endeble el equipo de Martínez era por la banda izquierda, por donde Hazard tenía que actuar como extremo y lateral. Y por allí percutieron Mbappé y Pavard para que este último tuviese un claro mano a mano. Courtois sacó un pie al más puro estilo Casillas en Johanesburgo para dar al traste con la ocasión.
Los porteros brillaban por encima de los finos estilistas en un duelo excesivamente táctico. El finalista debía ser el que mantuviese la capacidad para no perder presencia en el centro del campo cuando las piernas comenzasen a pesar. Pero no fue así, porque de nuevo una jugada a balón parado dio a Francia un enorme rédito. Umtiti se adelantó en el saque de un córner y remató de cabeza ante el gigante Fellaini para batir a Courtois.
La pausa belga se convirtió entonces en nerviosismo. Roberto Martínez dio entrada a Mertens para profundizar por la derecha e intentó inclinar el campo para que alguna de sus torres disparase con lo que fuese. Fellaini remató con los ojos cerrados un centro del extremo del Nápoles. Proponía Bélgica una ruleta rusa muy peligrosa ante la selección que mejor contragolpea en este campeonato del mundo.
La última media hora fue un asedio constante, pero no concretó Bélgica su dominio con ocasiones de peligro. Francia volvió a cerrar el encuentro con oficio y el sufrimiento esperado no fue tal. Al contrario, Courtois tuvo que aparecer al final para evitar el segundo gol.////
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