El tiempo
     Santa Cruz

N Nacional

Gobernación y Alcaldía de Sucre le prometieron una casa y trabajo a los padre que ahora tienen 10 hijos, pero no cumplieron con nada

hace 6 año(s)

,

La bendición por el nacimiento de trillizas, hace un año, acabó por dividir el hogar de los Gómez-Mamani, que con diez hijos en total no se rinde y rema ante la adversidad y las carencias para llevarles un pan a la boca.

Antes del nacimiento de las tres niñas, los esposos Gregorio Gómez y Emiliana Mamani vivían del cultivo en la comunidad de Yurimata (Ocurí), luchando por sostener a sus siete hijos, pero cuando las bebés llegaron al mundo, se dieron cuenta de que necesitarían ayuda.

Una campaña radial y las promesas de la Alcaldía de Sucre y de la Gobernación de Chuquisaca de darles trabajo e incluso una casa propia, provocaron que además de recaudar algunas ropas, pañales y donativos, la pareja intente quedarse en la Capital.

Sin embargo, las donaciones se agotaron y la ropa se hizo pequeña con el crecimiento de las trillizas y sus otros siete hijos, mientras las promesas de trabajo y una casa se convirtieron en sinsabores. Gregorio fue “contratado” para algunos trabajos esporádicos en la Alcaldía, por los que hasta ahora no le pagaron. ¿Sobre la casa? Peor aún, hasta ahora lo único que les dijeron es que necesitan tener un lote de su propiedad para acceder a los programas de vivienda, un requisito con el que no cuentan.

Si bien el año pasado se informó que en la campaña se recaudó más de Bs 8.000 y que la Alcaldía les donó Bs 4.400, por aportes de funcionarios, el padre de familia dice que en total sólo les entregaron Bs 5.800 que emplearon en la compra de alimentos y medicamentos para las bebés.

“Ahora necesitamos de todo, estoy buscando trabajo, pero me piden trámites de documentos y ¿con qué plata voy a hacer eso? (…) en la Alcaldía en vano he perdido sacrificio nomás”, lamenta.



Cuando buscaban ayuda en 2017, a Gregorio y Emiliana se les prometió un trabajo en el programa de adoquinado, una cruzada especial para recaudar fondos destinados a la compra de un lote e incluso el padrinazgo de las tres pequeñas, pero con el tiempo nada se hizo realidad.

Este año recibieron un quintal de arroz y uno de azúcar de parte de una autoridad, cuando fueron a preguntar sobre los ofrecimientos que les hicieron, pero como les cuestionaron por ir a las radios, ya no volvieron.

Con su mochila al hombro llena de polvo y su bolo de coca, Gregorio se busca la vida “cancheando lo que haya”. Acude a la plazuela de El Reloj, para que lo contraten de lo que sea. Él está en Sucre, cobijado en un cuarto en alquiler en la zona de El Rolllo, donde vive con dos de sus hijos para quienes cocina antes de irse a buscar algún ingreso.

La pareja aguanta las lágrimas cuando intenta describir lo que le hace falta, porque las carencias son básicas, no tienen comida, un trabajo estable ni una casa segura.

“Leche, comida para mis wawas, si al menos tengo casa, tendré para dar comida, ahora tengo que pagar alquiler, luz y agua (…) no sé si irme al campo, lloro cada vez, en el campo también es difícil caminar, trabajando nomás estamos y las wawas sufren”, comenta Emiliana.

Mientras Gregorio busca trabajo en la ciudad, Emiliana está en Yurimata con sus otros hijos y las trillizas Ana Rosa, Anabel y Anahí. Los padres de entre 30 y 36 años de edad quieren que todos sus hijos estudien en la Capital, pero la manutención es un gran reto para una familia en situación de pobreza.///


Notas Relacionadas