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En Venezuela se celebran este domingo elecciones regionales y municipales. La oposición, que ha boicoteado todas las elecciones desde 2018, vuelve esta vez y presenta candidatos contra el régimen del presidente Nicolás Maduro. Pero muchos venezolanos dicen no estar interesados en los comicios: la gestión de su supervivencia en un país en plena crisis acapara toda su atención. Uno de los problemas de su vida cotidiana es el acceso al combustible.

La cola de coches se extiende varios kilómetros a lo largo de una vía rápida en un barrio popular de Caracas.

"Si llegamos a las nueve de la mañana nos atenderán al día siguiente alrededor del mediodía. Tendría que venir de mi casa, perder ese día, estar toda la noche. Ya no podría trabajar al otro día porque estaría muy cansado, con sueño…”, explica Libardo Ocopio, un taxista.

Sus bajos ingresos le obligan a ir a gasolineras subvencionadas por el Estado, donde el combustible se paga en bolívares, la moneda venezolana.

Presencia militar

En estas estaciones, los automovilistas sólo pueden consumir 120 litros al mes. Si se alcanza este cupo, tienen que acudir al segundo tipo de gasolineras en Caracas: aquí no hay colas, la gasolina se vende en dólares estadounidenses.

"Para llenar el tanque, es un promedio de 20 a 25 dólares”, comenta Libardo. Una suma demasiado alta para la mayoría de las familias venezolanas que no ganan más de 10 dólares al mes.

"Todas las estaciones están controladas por los militares, todas. Pero donde hay más militares es en las subsidiadas. Son ellos que deciden quién surte y cuántos litros surte”, subraya el taxista.

Como consecuencia de estas dificultades, Libardo Ocopio sólo puede trabajar tres días a la semana, lo que repercute gravemente en la situación económica de su familia.