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Confeccionistas que perdieron todo en Tiquipaya tienen deudas que llegan a los 15.000 $us

hace 7 año(s)

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Tres máquinas de coser sobre el techo es lo que queda del taller de costura de Hugo Calizaya, un vecino del pasaje 26 de Febrero de la zona de Molle Molle, en Tiquipaya quien después de más de una semana recién pudo ingresar a su casa a tratar de recuperar algo de sus pertenencias. 



El lodo cubrió tres de sus máquinas de coser y más de 15 mil prendas de vestir listas para entregar al mercado. 

Además de quedarse sin trabajo y techo para vivir tiene una deuda de 55 mil dólares al banco por la compra de su casa, de la que no queda más que el techo. 

“Ya he pasado la fecha de pago, ya estoy en mora y no sé qué haré. Mi cuota mensual es de 6 mil bolivianos”, dijo. 

Al lado de su casa funcionaba otro taller, el de Mario Tola quien se prestó 30 mil dólares del banco para comprar una máquina especial para costurar poleras y otras diez más pequeñas, de las que solo recuperó una. 

Todo quedó bajo la mazamorra incluida la cuota del banco que debía pagar hace cinco días. En su desesperación, Mario entró a su cuarto a buscar el dinero, pero no lo encontró. Todo quedó bajo el lodo. 

Su cuota es de 1.300 bolivianos mensuales y la mora también comenzó a correr. 

En la zona de Molle Molle, donde existen 16 familias dedicadas a la confección de prendas de vestir, también se destruyó la casa de Gregorio Alanes, construída hace diez años con un crédito de vivienda de 15 mil dólares. 

De lejos y con lágrimas, solamente puede apreciar cómo quedó el segundo piso de su casa, la planta baja está enterrada. 

Gregorio no tienen fuente laboral y vive de la venta de pollo que tiene su esposa en el mercado de Tiquipaya. 

“No tenemos dinero, porque mi esposa no está yendo a vender y yo tampoco trabajo. No sé de dónde le pagaremos al banco”. 

Cerca a su casa también funcionaba una panadería que elaboraba empanadas para vender en los mercados del Cercado, Quillcollo y Sacaba. 

Cinco miembros de la familia Aquino se dedicaban a esta actividad, pero el día que la mazamorra llegó arrasó con gran parte de la propiedad, dañando materiales necesarios para la elaboración de los alimentos. 

Según Alfredo Aquino la familia se prestó del banco 10 mil dólares para levantar el negocio que, con el desborde del río Taquiña, quedó paralizado. ///


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