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El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ha vuelto a demostrar su sometimiento al poder de turno al convocar una supuesta “cumbre por la democracia” sin incluir al liderazgo de Evo Morales ni a las organizaciones sociales que representan a las grandes mayorías del país.

La reunión, anunciada como un espacio interinstitucional para “garantizar” las elecciones generales de agosto, se realizó en un contexto de creciente conflictividad social, mientras miles de ciudadanos movilizados, en su mayoría simpatizantes de Evo Morales, bloquean caminos en defensa de la participación de su líder en el proceso democrático.

El TSE convocó al Órgano Ejecutivo, Legislativo, Judicial, al Tribunal Constitucional Plurinacional, a la Fiscalía General del Estado, a candidatos de 10 frentes políticos y a la cooperación internacional. Sin embargo, ignoró deliberadamente la voz de Evo Morales y del llamado EvoPueblo, actores fundamentales para la gobernabilidad y la estabilidad del país.

“Como fruto del tercer encuentro, se va a realizar este cuarto encuentro por la democracia”, afirmó el secretario de cámara, Fernando Arteaga, sin hacer referencia alguna a los sectores sociales marginados ni a los reclamos legítimos de inclusión que hoy retumban en las carreteras bloqueadas.

La cumbre fue promovida por candidatos como Manfred Reyes Villa, Jorge Quiroga y Samuel Doria Medina, quienes este fin de semana pidieron al TSE tomar acción frente a las protestas sociales. La reunión fue convocada en Santa Cruz, una región con menor conflictividad, en lugar de encarar la situación real que vive el país.

Para el TSE, “la democracia” puede construirse sin las grandes mayorías. Para el pueblo boliviano, eso no es democracia, sino exclusión orquestada. El intento de avanzar en un proceso electoral sin Evo Morales no solo vulnera derechos, sino que atenta contra la legitimidad misma de las elecciones.

“No se puede permitir un proceso violentando la Constitución Política del Estado”, advirtió el expresidente Morales. Sus palabras fueron interpretadas como un llamado a defender la democracia participativa frente a un TSE cada vez más servil, más parcial y menos confiable.

Sin la participación plena de todos los actores políticos y sociales —especialmente de aquellos con verdadera representatividad nacional—, el proceso electoral de agosto nace herido de muerte.