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El pueblo paga la factura: mientras el Gobierno habla de “superávit”, los precios de la carne y el aceite se disparan

Mientras el Gobierno exporta carne y promete abundancia, en los mercados del pueblo los precios se disparan y la olla sigue vacía.

hace 2 dia(s)

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En los mercados de La Paz, la carne de pollo y de res ya no es parte del menú cotidiano de muchas familias trabajadoras. Los precios han alcanzado niveles impagables para la mayoría del pueblo, mientras desde el Gobierno se repite el relato de “incremento en la producción” y “reactivación de las exportaciones”. Una contradicción que pone en evidencia quién gana y quién pierde con el modelo económico actual.

“La situación está terrible”, denuncia una vendedora del mercado Rodríguez, donde el kilo de pollo llegó hasta los Bs 32, mientras que hace apenas días costaba Bs 22. La carne de res tampoco se queda atrás: la pulpa de primera ya supera los Bs 70 por kilo, y hasta el hueso blanco, antes casi regalado, ahora se vende a Bs 5.

¿Y qué dice el Gobierno? Según el viceministro Jorge Silva, la producción de carne ha crecido, la distribución ha mejorado y los precios están bajando. Un discurso que parece dirigido más a la prensa internacional y a los exportadores que al pueblo trabajador que lucha por comer dignamente.

El pueblo no come estadísticas. Los números que difunde el Gobierno no se reflejan en la mesa de las familias bolivianas. Mientras se habla de duplicación de la oferta y crecimiento en la producción, la gente enfrenta escasez, especulación, y precios inalcanzables.

Los comerciantes explican las razones: falta de diésel, rutas bloqueadas, sobrecostos en el transporte, y el clásico abuso de intermediarios. Y mientras el Gobierno acusa a las protestas de generar especulación, omiten cualquier autocrítica sobre la falta de planificación, la dependencia del mercado negro de combustibles y la liberación de exportaciones en medio de la crisis interna.



¿Para quién se produce? ¿Quién se beneficia?

El levantamiento del veto a la exportación de carne de res, en nombre de un supuesto “superávit”, solo profundiza la desigualdad estructural: se produce en Bolivia, pero se come afuera. Las cifras oficiales hablan de 55.000 toneladas disponibles y 44.000 toneladas liberadas para exportación, mientras el pueblo tiene que hacer colas o simplemente dejar de consumir proteína animal.

Lo mismo ocurre con el aceite: aunque se firmó un acuerdo para aumentar la producción en un 50%, en los mercados populares el producto ha desaparecido o se vende a precios prohibitivos, como el litro de Fino a Bs 25 o bidones de aceite argentino a más de Bs 140.

El modelo “Arcista” no responde al pueblo

Esta situación pone en tela de juicio el modelo extractivista-comercial que prioriza la exportación por encima del abastecimiento interno y el derecho a la alimentación. La lógica neoliberal sigue intacta: se produce para el mercado global y no para el pueblo boliviano.


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